Lo “inaprehensible" a la lógica


Es difícil hablar de lo “inaprensible a la lógica” o catalogar “la ausencia”, los filósofos lo intentan, y no sólo ellos/as. La lógica de la realidad ordinaria humana es el “hacer”, por ejemplo, lo que ahora estoy haciendo, escribir... y pensar al mismo tiempo. Las variables de esta realidad ordinaria a la que todo ser humano está condicionado son cuasi infinitas, están en nuestros sentidos “en este mundo”, son complejas, y están, sobre todas las cosas, condicionadas al lenguaje. ¿Y qué puede no estar condicionado al lenguaje y al diálogo interno constante, qué puede romper esa magnífica barrera que nos haría quedarnos desnudos de ese conocimiento ordinario tan real y objetivo?. Porque vivimos en un mundo de objetos físicos “todo lo que tenemos que hacer para confirmarlo es estrellarnos contra ellos”, decía alguien, y otro alguien le contestaba.

En otro orden de cosas, se supone que la ciencia avanza estableciendo hipótesis y probándolas o procurando refutarlas. Pero igual que los deterministas-reduccionistas genéticos de los años veinte, que buscaban siempre la confirmación de sus ideas y nunca su cuestionamiento, los deterministas científicos de los años sesenta, setenta, ochenta, noventa y hasta hoy, siglo XXI, buscan siempre datos de apoyo y se apartan de los datos posibles contrarios, los que no tienen esa lógica, ese es su modo de operar, un modo objetivo, riguroso y racional. Pero a veces (tantas veces), todo ello se une a los intereses y objeto de la investigación que manejan y al poder que sirven. 


Lo de prueba y error, depende a lo que se aplique, cómo se aplique y con que fin se aplique; tendría multitud de variantes y podría ser cuestionado y condenado si la “gente común” supieramos de qué va; y “este mundo” va como va. La ciencia tiene dos caras, como la luna, o tres, y dentro de esas caras hay otras tantas que se derivan de las dependencias económicas, estratégicas o sociales de todo tipo, tan antiéticas, incluso antihumanas. Así que hoy paso de ese mundo, sólo era un preámbulo para intentar “lo otro”.

Las interpretaciones sesgadas de “este mundo”

Sería muy largo y dificultoso interpretar o reinterpretar según que textos o libros que nos hablan, por medio de la escritura (no podría ser de otro modo), de cuestiones que pueden parecernos estrambóticas, imposibles, alejadas de toda lógica, pero que nos maravillan y son un reto, peligroso e imprescindible al mismo tiempo, para el “alma”, por decir algo. Pero recordemos que estamos en la lógica positivista de “este mundo”, doblemente difícil pues salirse de la ruta trazada, siquiera pensarlo. El riesgo, cuando es el cuerpo el que se presta libremente al intento de otro conocimiento “no de este mundo” encuentra toda clase de inconvenientes y zancadillas, empezando por la seguridad del propio cuerpo. Tu amiga, el médico de cabecera, tu hijo o el vecino de enfrente te dirían que estás loca/o o que eres masoquista, y tendrían sus razones pues desde la razón se mueven, desde la lógica. 

Y es que lo fácil es juzgar, basándonos en lo que tenemos a mano, la racionalidad y el pisar tierra, pero en el fondo existe el miedo, y el miedo es mas profundo e inconfesable cuanto menos se cuestiona la racionalidad, el miedo es individual, empezando por la gente común, que se agarra a sus creencias o costumbres y jamás las cuestionan.

Los poderosos “de este mundo” siempre buscan y encuentran o roban cobayas de distinta especie (incluidos nosotros) para transitar extraños caminos, por algo son poderosos, no les importan el dolor ajeno solo quieren mas poder. Sin embargo, nunca alcanzarán ese otro poder, porque nunca prestarán su cuerpo. Y de eso se enterarán algún día.

 
El lenguaje es una inmensa torre de Babel interconectada, o la manipulación del lenguaje, tanto hecho de buena como de mala fé desde los distintos ámbitos de su aplicación, culturas y contextos. Y como no acabaríamos nunca, hoy me he querido quitar un prejuicio racional de encima, intentando, desde el lenguaje y la escritura, abarcar más, cuestionar el lenguaje desde el lenguaje, por medio de dos fragmentos resumidos (qué contradicción), de dos textos de autores distintos. Los dos expusieron su cuerpo libremente, uno iniciado desde un laboratorio con seguimiento científico rutinario, otro en el mundo duro y solitario de los chamanes, empezando como un parvulito. 


Existe una multidialéctica de lo “inaprensible” “en este mundo”, algo que jamás podrá contrastar la ciencia porque no tiene paralelo “en este mundo” y se escapa a su control, por muchos cuños y nombres que les pongan, aunque también existe mucha verborrea fácil y accesible “en este mercado mundo” donde vivimos. La experiencia es de cada cual, existe el individuo en su soledad, frente al desafío.

Aldox Huxley. Las Puertas de la Percepción. Fragmentos

El otro mundo al que la mescalina me daba entrada no era el mundo de visiones; existía allí mismo, en lo que podía ver con los ojos abiertos. El gran cambio se producía en el campo objetivo. Lo que sucedió a mi universo subjetivo carecía de importancia. 

                                                    las puertas de la percepción

-¿Es agradable?- preguntó alguien. Durante el experimento se registraban todas las conversaciones en un dictáfono y esto me ha permitido refrescar mi memoria. -Ni agradable ni desagradable -contesté., simplemente, es. Istigkeit... ¿no era esta la palabra que agradaba a Meister Eckhart? "Ser-encia". El ser de la filosofía platónica, salvo que Platón parece haber cometido el error de separamos del devenir e identificarlo con la abstracción matemática de la Idea. El no hubiera podido ver nunca un ramillete de flores brillando con su propia luz interior y estremeciéndose bajo la presión del significado de que estaba cargada; lo que la rosa, el iris y el clavel significaban tan intensamente era nada más, y nada menos, que lo que eran, una transitoriedad que era sin embargo vida eterna, un perpetuo perecimiento que era al mismo tiempo puro Ser. 

Continué en contemplación de las flores y, en su luz viva, creí advertir el equivalente cualitativo de la respiración, una respiración sin retomo al punto de partida, sin reflujos recurrentes, con sólo un reiterado discurrir de una belleza a una belleza mayor, de un hondo significado a otro todavía más hondo. Me vinieron a la mente palabras como Gracia y Transfiguración y esto era, desde luego, lo que las flores, entre otras cosas, sostenían.

¿Qué me dice de las relaciones espaciales? indagó el investigador, mientras yo miraba a los libros. Era difícil la contestación. Verdad era que la perspectiva parecía rara y que las paredes de la habitación no se encontraban ya en ángulos recto, pero esto no era lo importante, lo importante era que las relaciones espaciales habían dejado de importar mucho y que mi mente estaba percibiendo el mundo en términos que no eran los de las categorías espaciales. 

En tiempos ordinarios, el ojo se dedica a problemas como ¿Dónde?, ¿A qué distancia? ¿Cuál es la situación respecto a tal o cual cosa?. En la experiencia de la mescalina, las preguntas implícitas a las que el ojo responde son de otro orden, el lugar y la distancia dejan de tener mucho interés. La mente obtiene su percepción en función de intensidad de existencia, de profundidad de significado, de relaciones dentro de un sistema. Veía los libros, pero no estaba interesado en las posiciones que ocupaban en el espacio. Lo que advertía era que todos brillaban con una luz viva y que la gloria era en algunos de ellos más manifiesta que en otros. En relación con esto la posición y las tres dimensiones quedaban al margen, lo que no significaba la abolición de la categoría espacio, el espacio seguía allí, pero había perdido su predominio. La mente se interesaba no en las medidas sino en el ser y el significado.

Y junto a la indiferencia por el espacio, había una indiferencia igualmente completa por el tiempo. -Se diría que hay tiempo de sobra. -Era todo lo que contestaba cuando el investigador me pedía que le dijera lo que sentía a cerca del tiempo. Había mucho tiempo, pero no importaba saber cuanto. Hubiera podido, desde luego, recurrir a mi reloj, pero mi reloj, yo lo sabía, estaba en otro universo.



Al reflexionar sobre mi experiencia, me sentí de acuerdo con el eminente Filósofo de Cambridge, el doctor C . D. Broad en que “haríamos bien en considerar con más seriedad el tipo de teoría que Bergson presentó en relación con la memoria y la percepción de los sentidos. Según esta hipótesis la función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva. Cada persona, en cada momento, podría ser capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir lo que sucede en cualquier parte del universo. 

La función del cerebro y del sistema nervioso es, en esta relación, protegernos e impedir quedar abrumados y confundidos por esa masa de conocimiento en gran parte inútil, por lo que deja fuera la mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos, seleccionando lo que tiene probabilidades de ser útil. Conforme a esta teoría, cada uno de nosotros es en potencia Inteligencia Libre, pero en la medida en que somos animales, lo que nos importa es sobrevivir a toda costa, y para que la supervivencia biológica sea posible, la Inteligencia Libre es regulada mediante la válvula reductora del cerebro y del sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo del conducto es un insignificante hilillo de esa clase de conciencia que nos ayuda a seguir con vida en la superficie de este planeta.


Para formular y expresar el contenido de este reducido conocimiento, el ser humano ha inventado y elaborado sistemas de símbolos y filosofías implícitas que denominamos lenguajes. Cada individuo se convierte al poco de nacer en beneficiario y víctima de la tradición lingüística en la que ha nacido, lo que en el lenguaje de la religión se llama "este mundo" . Y este mundo es el universo del conocimiento reducido y petrificado por el lenguaje. 


Carlos Castaneda. Relatos de poder. Fragmentos


La impecabilidad no es otra cosa que el uso adecuado de la energía . -Los guerreros hacen inventarios estratégicos -dijo-. Hacen listas de sus actividades y sus intereses. Luego deciden cuáles de ellos pueden cambiarse para, de ese modo, dar un descanso a su gasto de energía. Yo alegué que una lista de esa naturaleza tendría que incluir todo lo imaginable. 

Con mucha paciencia me contestó que el inventario estratégico del que hablaba sólo abarcaba patrones de comportamiento que no eran esenciales para nuestra supervivencia y bienestar. 

Yo aproveché la oportunidad para señalarle que la supervivencia y el bienestar eran categorías que podían interpretarse de incontables maneras. Le argüí que no era posible ponerse de acuerdo sobre lo que era o no era esencial para nuestra supervivencia y bienestar. Conforme seguí hablando, comencé a perder mi impulso original. 

Don Juan dijo entonces que en los inventarios estratégicos de los guerreros, la importancia personal (ego), figura como la actividad que consume la mayor cantidad de energía, y que por eso se esforzaban por erradicarla. -Una de las primeras preocupaciones del guerrero es liberar esa energía para enfrentarse con ella a lo desconocido -prosiguió don Juan-. La acción de recanalizar esa energía es la impecabilidad.

Don Juan dijo “Mientras pienses que eres un cuerpo sólido, no podrás concebir de qué cosa hablo”. Derramó entonces cenizas en el piso, junto a la linterna, cubriendo una zona cuadrangular de medio metro y trazó con los dedos un diagrama que tenía ocho puntos interconectados por medio de líneas. Era una figura geométrica. 

El diagrama en las cenizas tenía dos epicentros; don Juan llamó a uno "la razón", y al otro "la voluntad". "Razón se conectaba directamente con un punto que él llamó "el habla". A través de "el habla", "la razón" se relacionaba indirectamente con otros tres puntos, "el sentir", "el soñar" y "el ver". El otro epicentro, "la voluntad", se conectaba directamente con "el sentir" "el soñar" y "el ver", pero sólo en forma indirecta con "la razón" y "el habla". Estos puntos representan a un ser humano y puedes dibujarlos como se te dé la gana.

-¿Representan el cuerpo de un ser humano? -pregunté. -No lo llames el cuerpo -dijo-. Ésos son ocho puntos en las fibras de un ser luminoso. Un brujo dice, como puedes ver en este dibujo, que el ser humano es, primero que nada, voluntad, porque la voluntad se relaciona con tres puntos: el sentir, el soñar y el ver: después, el ser humano es razón. Este es propiamente un centro más pequeño que la voluntad; sólo está conectado con el habla. 

-¿Qué son los otros dos puntos, don Juan? . Se me quedó mirando y sonrió. -¿Tiene todo el mundo esos ocho puntos, o sólo los brujos?. -Podríamos decir que cada uno de nosotros trae al mundo ocho puntos. Dos de ellos, la razón y el habla, los conocen todos. El sentir es siempre de algún modo familiar. Pero sólo en el mundo de los brujos llega uno a conocer por completo el soñar, el ver y la voluntad. Y finalmente, en el último borde de ese mundo, encuentra uno los otros dos. Los ocho puntos componen la totalidad de uno mismo. Me mostró sobre el diagrama que, en esencia, todos los puntos podían conectarse indirectamente. Volví a preguntar acerca de los dos misteriosos puntos restantes. Me enseñó que solo estaban conectados a "la voluntad": se hallaban aparte de "el sentir", "el soñar" y "el ver", y mucho más lejos de "el habla" y "la razón”. Señaló con el dedo cómo estaban aislados de los demás, y el uno del otro.

-Esos dos puntos jamás se someten al habla ni a la razón -dijo-. Sólo la voluntad puede con ellos. La razón está tan lejos de ellos que es completamente inútil tratar de figurárselos. Ésta es una de las cosas más difíciles de aceptar; después de todo, el fuerte de la razón es razonarlo todo. Pregunté si los ocho puntos correspondían a zonas, o a ciertos órganos, del ser humano. -Pues sí -repuso con sequedad y borró el diagrama.