Obsolescencia Estafa y Contaminación

Los Residuos de la sociedad de consumo


Actualmente, los desechos electrónicos provenientes de Estados Unidos y Europa se envían a Vietnam, Pakistán, India, Egipto, Ghana, Nigeria... También existe un mercado para residuos electrónicos importados, especialmente en el sur de China. La basura electrónica se extiende como un virus.

Los residuos electrónicos son valiosos por varias razones. En primer lugar, los desechos de ordenadores pueden revenderse en el mercado de segunda mano en países en vías de desarrollo, la gente compra lectores CD, placas de circuito y otros componentes ya utilizados. En términos de reutilización, alrededor del 85 % del valor del residuo de los ordenadores es generado en esta forma. El resto del ordenador, un 15% del valor, se procesa por sus metales valiosos. Los metales como el oro, de explotación difícil, y otros, pueden extraerse fácilmente de los artículos usados. 

El problema es que resulta costoso extraerlos de forma correcta y segura, pero sí es rentable cuando se hace de manera poco segura, por ejemplo, quemando los cables plásticos para obtener el cobre, o arrojando placas de circuitos en baños ácidos y quitar luego el ácido vertiéndolas en un río.




La Invasión contaminante legado de Occidente

Ingentes montañas de basura electrónica devenida en grandes contenedores desde países occidentales como Alemania o Finlandia (por citar solo algunos), invaden países africanos como Ghana, con material que desecha Occidente y que no sirve a los africanos a poco de ser utilizado, porque esos productos están obsoletos. El gran río que en un pasado no muy lejano contenía diversidad de peces y vida y daba trabajo a muchos pescadores, o las arenas donde los niños podían jugar y las personas pasear, es actualmente un vertedero de material electrónico inservible. En medio de la pobreza, cientos o miles de personas buscan chatarra, entre ellos muchos niños, que queman todo tipo de aparatos tóxicos para extraer el cobre y otros metales, su única fuente de ingresos.


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Apple: uno de los enemigos 

Al margen de los problemas de funcionamiento que existen en algunos de los últimos lanzamientos y productos de esta marca, un ejemplo a resaltar serían las baterías de iones de litio, que aguantan entre 200 y 300 ciclos de carga. Si se hiciera un uso continuado y diario de estas baterías (lo cual sería legítimo por otra parte), su vida media no superaría en mucho los 18 meses, cualquier usuario que se atreviera a cambiar la batería de un iPod, un iPad o un iPhone sin conocimientos suficientes o las debidas herramientas se vería ante una tarea imposible. Los fabricantes y vendedores lo hacen imposible y con una idea preconcebida muy clara.

Las cantidades que se exigen por la reparación de los dispositivos averiados, fuera del periodo de garantía, colma la paciencia de los millones de usuarios de estos aparatos. Y son los mismos vendedores quienes aconsejan sustituir el producto por uno nuevo ante la carestía de las reparaciones. Pocos fabricantes-vendedores se salvan de esta política abusiva. El ejemplo Apple es esclarecedor, en su sitio web figura una lista de precios sobre la reparación de diversos modelos de reproductores MP3 para el mercado español; el enfado de los consumidores se entiende cuando se comparan los precios de las reparaciones oficiales con lo que le cuesta al usuario arreglarlo él mismo. Por ejemplo, en el iPod Mini, según la página web de Apple, la sustitución de la batería cuesta entre 60 y 71 euros. La misma batería de reemplazo sale en Internet por poco más de 15 euros, incluyendo los gastos de envío por correo ordinario.

Peor aun, arreglar un iPod Mini de segunda generación cuesta 200 euros, no importa si se ha roto el disco duro de 6 GB, que como pieza vale unos 60 euros, o la pantalla LCD, que cuesta unos 20 euros. Pero Apple no es el único fabricante que cobra precios abusivos por las reparaciones

El Concepto de Obsolescencia Planificada

Data de la década de los años veinte del pasado siglo XX; fue una "norma" que se fue imponiendo hasta resultar de obligado cumplimiento dentro de la industria electrónica de consumo. La historia se narra de un modo claro y plural en el vídeo de tve2.



Reparar es mas ecológico que reciclar

Los consumidores están hartos de que los teléfonos móviles, los reproductores MP3, las cámaras de fotos, ordenadores y otros muchos aparatos electrónicos parezcan diseñados para romperse enseguida.

El movimiento promovido por Kyle Wiens, fundador del sitio web iFixit. Wiens, que acaba de publicar el “Manifiesto por el derecho a reparar los dispositivos de bolsillo” y al que tachan de oportunista (los mucho mas oportunistas), es, sin embargo, una persona que predica con el ejemplo, como otras tantas personas que relata el vídeo citado. Su página web no sólo es una tienda de venta de piezas, es uno de los sitios de Internet que mas crece, de visita obligada para encontrar tutoriales de reparación de todo tipo de averías en numerosos pequeños y grandes electrodomésticos, todos gratis, y por gentileza de especialistas en electrónica, explicaciones y reparaciones que no ocupan mucho tiempo.  

La idea básica del Manifiesto es que reparar es más ecológico que reciclar. Es bueno para el planeta, y es bueno para el bolsillo del consumidor. 

Exigir Derechos

Los defensores de la reparación frente al reciclaje exigen que la industria de la electrónica de consumo acepte una carta de derechos del consumidor; que se reconozca el derecho a reparar los propios aparatos, sin que esto anule la garantía. Que los distintos aparatos se puedan abrir de forma sencilla sin necesidad de herramientas especiales.


1. Que el usuario pueda acceder a los códigos de error y a los esquemas electrónicos de los aparatos Que compra, así como a los manuales de desmontaje y de reparación.
2. Que se eliminen los sellos que, una vez rotos, invalidan la garantía.
3. Que todos los consumidores tengan acceso fácil, universal y económico a las piezas necesarias para arreglar sus dispositivos.

Y la principal reivindicación: que los fabricantes desarrollen productos creados para durar, en lugar de diseños electrónicos destinados a fallar en muy poco tiempo, una estrategia que obliga a los consumidores a comprar nuevos aparatos que hacen exactamente lo mismo que los anteriores, aunque dispongan de nuevos dibujitos o colores.