Agrobiotecnología transgénica: Quien controla a quien



El objeto de la agrobiotecnología es la producción de alimentos transgénicos (genéticamente modificados), al combinar o transferir genes de plantas, bacterias o virus a distintos organismos vivos, y desarrollar resistencias que controlen, por ejemplo, las plagas en condiciones climáticas adversas, hacer más productiva la especie de cultivo de que se trate y optimizar al máximo el rendimiento de cultivos por hectáreas cultivadas. Del otro lado, la incertidumbre propia de estas técnicas, que incluyen la posible aparición de nuevas resistencias a antibióticos y nuevos tóxicos en diversos cultivos transgénico (alergias, contaminación alimentaria, genética, bacteriana y viral), y sus nocivos efectos, en ocasiones mortales, en animales humanos y no humanos.

Las grandes empresas que desarrollan y comercializan los transgénicos crean un monopolio sobre la agricultura y la alimentación mundial, generando implicaciones y dramas ambientales y sociales, sin asegurar las necesidades humanas presentes (el hambre sigue campando en el mundo), y comprometiendo las futuras, al dejarlas en pocas manos, un ejemplo “distorsionado” y no tan futurista está reflejado en el super banco de semillas de Noruega

 




Antecedentes actuales resumidos

En 1983 se produjo la primera planta transgénica, al lograr unos biotecnólogos aislar un gen e introducirlo en un genoma de la bacteria E.Coli. Tres años más tarde, en 1986, Monsanto, empresa multinacional dedicada a la biotecnología, financia la primera planta de tabaco genéticamente modificada, a la que se añadió a su genoma un gen de resistencia para el antibiótico Kanamicina. 

En 1994 se aprobó la comercialización del primer alimento modificado genéticamente, los tomates Flavr Savr de Calgene, una empresa de biotecnología, a los tomates se les introdujo un gen antisentido con respecto al gen normal de la poligalacturonasa, enzima que induce a la maduración del tomate, de manera que este aguantaría más tiempo maduro y sería mas resistente. Dos años después este producto tuvo que ser retirado del mercado de productos frescos, al presentar consecuencias imprevistas como piel blanda, sabor extraño y cambios en su composición, pero poco mas se dijo, incluso se continuó produciendo.

El pez que se muerde la cola

En el año 2007, los cultivos de transgénicos se extiendían a 114,3 millones de hectáreas de 23 países, de los cuales 12 son países en desarrollo. En EEUU, el 89% de plantaciones de soja eran entonces de variedades transgénicas, igual que el 83% del algodón y el 61% del maíz.

E
s cierto que el empleo de variedades modificadas y resistentes a herbicidas disminuyó cierto tipo de contaminación a plagas, no obstante, no habría necesidad de utilizar herbicidas tóxicos, nocivos para la tierra, el aire y la salud por su alto contenido en glifosato (GLY) y amonio glifosinado (GLU), si no se plantaran estas variedades de cultivos, que son diseñadas exclusivamente para resistir a dichos compuestos.

efectos del glisofato en la tierra


Y qué dice la OMS

La Organización Mundial de la Salud dice al respecto:
Los diferentes organismos OGM (organismo genéticamente modificados) incluyen genes diferentes insertados en formas diferentes. Esto significa que cada alimento GM (genéticamente modificado) y su inocuidad deben ser evaluados individualmente, ya que no es posible hacer afirmaciones generales sobre la inocuidad de todos los alimentos GM. Los alimentos GM disponibles en el mercado internacional han pasado las evaluaciones de riesgo y no es probable que presenten riesgos para la salud humana. El uso continuo de evaluaciones de riesgo según los principios del Codex y, donde corresponda, incluyendo el monitoreo post comercialización, debe formar la base para evaluar la inocuidad de los alimentos GM.

Aunque teniendo en cuenta recomendaciones anteriores (que fueron órdenes para los estados), léase gripe aviar o gripe de la influenza, la OMS tiene poco crédito. Casos sangrantes  ocurridos en muchas regiones de Latino América, y no solo allí, así lo demuestran.

El negocio es lo que importa

El enorme crecimiento de la industria biotecnológica en las dos últimas décadas, ha ido en paralelo a la disminución y destrucción de biodiversidad en nuestro planeta. Mientras la biotecnología tiene a su favor un régimen jurídico permisivo y cuasi global, que aplica tanto a nivel regional-estatal como internacional, la protección de la biodiversidad presenta dificultades y luchas continuas para poner freno a su destrucción y manipulación por medios legales.

La biodiversidad es la materia prima que utiliza la biotecnología, o sea, todo. Y la biotecnología puede modificar la biodiversidad de su medio ambiente. El amplio marco legal de esta multi industria poderosa y los intereses de todo tipo que la secundan, mas los manipulables, han sido utilizados para estimular el crecimiento de la investigación y la industria biotecnológica. No es que la biotecnología sea la única causa de la pérdida de biodiversidad, pero sí es el gran obstáculo en hallar una solución mas justa a la pérdida de biodiversidad en nuestro hogar, la Tierra, con toda la secuela de conflictos y dramas ecológico-sociales que genera, sobre todo en pequeños agricultores, campesinos e indígenas de diversos puntos del globo, los mas directamente afectados por las expulsiones forzadas de sus tierras, persecución y asesinatos. Pero también afecta a agricultores ecológicos diversos que pierden sus cosechas contaminadas por el contagio transgénico. Igualmente a los consumidores de a pie, nosotros, que ignoramos como nos manejan.

El aumento y mejora de la producción agrícola, ha conllevado en paralelo el aumento del grado de monopolización de la misma. El mercado de semillas es el más importante generador de beneficios para las nuevas tecnologías agrícolas, el monopolio del sector privado de estas industrias sobrepasa el 50% global, al tiempo que controla una parte fundamental del primer eslabón de la cadena alimentaria. Más de 60% del mercado mundial de plaguicidas es controlado a su vez por solo siete compañías, la mayoría de las cuales monopolizan también el mercado de semillas.

Científicos de distintas disciplinas, al igual que economistas, antropólogos o sociólogos, por citar solo algunos-as, aunque no suelen ser estos los que operan en reciprocidad con las grandes compañías transnacionales, quizá una minoría, repiten en sus análisis y declaraciones el peligro de que las mismas compañías controlen sendos mercados simultáneamente. El sector agroalimentario depende de la ampliación de hábitats de áreas extensas donde se realizan cultivos únicos híbridos, y se utilizan fertilizantes, herbicidas y otros productos químicos. Esta situación ha conducido a la pérdida de biodiversidad a través del fenómeno denominado erosión de genes. Cerca del 95% de la alimentación humana proviene de poco mas de treintena plantas, tres son masivamente cultivadas: el trigo, el arroz y el maíz, que constituyen ellas solas más de la mitad de todas las calorías consumidas por la población mundial.

El derecho a una información no sesgada y a un etiquetado completo de los alimentos transgénicos (que inundan los mercados y supermercados de gran parte del mundo), es una reivindicación constante. Las denuncias de distintas organizaciones ecologistas, animalista, ambientales, de derechos humanos o de consumidores, ha llevado a tomar alguna medida, como el etiquetaje de algunos productos que contienen OGM. Pero serían necesarios mas datos y procedimientos jurídicos mas restrictivos en cuanto a la responsabilidad de los distintos sectores involucrados, mas información y mas rigurosa sobre los riesgos biotecnológicos y las políticas de bioseguridad a que estamos expuestos.