Terrorismo financiero: FMI; BM. Cómplices


Actualizado 29/1/2014

 36 millones de personas murieron de hambre el pasado año en el mundo, un mundo que rebosa riquezas. La monopolización de esas riquezas por grandes corporaciones transnacionales y sociedades privadas, cuya única estrategia es el máximo beneficio propio, y ante quienes se arrodillan tanto gobiernos corruptos, al igual que los que afirman que no lo son. Y son la gran vergüenza del ser humano actual. Son los nuevos señores feudales, responsables de la hambruna. Países orientales como China se les han unido en la explotación de los recursos naturales de terceros países en los últimos años. África es un ejemplo.


Los poderes financieros en Europa, y más allá, coaccionan a los gobiernos para el enriquecimiento de minorías a costa de millones de víctimas inocentes que padecen hambre y guerras provocadas por intereses económicos. Son los responsables del hambre en el mundo, de la proliferación de enfermedades hoy curables, del destrozo y explotación de los hábitat naturales... etc. El Proyecto Camisea es otro triste ejemplo.
El fenómeno del acaparamiento de tierras y agua, en los últimos dos años es igual a las compras corporativas o de estado extra territoriales producidas en los últimos 30 años. “Se han identificado 1200 contratos por compra de tierras por parte de corporaciones o estados en otros países que afectarían a 80 millones de hectáreas, donde ni el 80% de esas tierras se han puesto a producir, el alimento esta siendo un negocio para muchos capitales corporativos”. 

Oxfam prevé que en los próximos 20 años el precio de maíz, así como otros productos básicos sufrirá incrementos de entre el 60 a 140 por ciento. Según este informe, Estados Unidos destina el 40% de la producción de maíz para la producción de etanol lo que significa el 15% de la producción de maíz a nivel mundial. “Para llenar un tanque de combustible de una camioneta con agrocombustible se necesitaba el mismo grano que para alimentar a una persona durante un año”

Oxfam y CARE han dirigido su crítica más voraz hacia la industria de la asistencia alimentaria, argumentando que en ella, hay intereses de grupos corporativos que se benefician al entregar la ayuda a las personas más vulnerables del mundo.

El mundo incivilizado y sus marionetas

“Los intereses de grupos poderosos – el gran lobby de los granjeros y las empresas que empaquetan y transportan la comida – y las políticas de los gobiernos occidentales, hacen que la ayuda a los millones de hambrientos del mundo llegue tarde, con precios muy altos para los débiles mercados locales, desestabilizando su economía y agricultura” explica la directora de Intermón Oxfam.  


A pesar de la magnitud de este problema, los políticos y economistas occidentales se mantienen impasibles. De hecho sabían que esta crisis iba a tener lugar y se han lavado las manos. Responsables y cómplices, porque ellos han diseñado, fomentado y fortalecido la estrategia de las multinacionales destinada a sustituir la agricultura tradicionalmente orientada a la alimentación por la producción de biocombustibles con la excusa de disponer de fuentes de energía más sostenibles medioambientales, en los países occidentales, pero también en los emergentes.

La crisis alimenticia se ve agudizada por la crisis financiera que ha encarecido los créditos y aumentado los costes financieros. La respuesta occidental es las continuas inyecciones de liquidez de los bancos centrales (que en lugar de solucionar el problema financiero prestan más recursos a los grandes financieros para que sigan llevando a cabo sus actividades especulativas), también en materias primas.

 


El Banco Mundial estima que los precios de los alimentos han subido un 83% de media en los últimos tres años, y que en el caso del trigo el incremento ha sido de un 120% con respecto al año anterior. Subidas que se prevé sigan produciéndose si no se corta de raíz la deriva especulativa de los mercados.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) se muestran preocupados por las cuestiones financieras, y ha advertido del peligro de disturbios que podrían poner en peligro la estabilidad de los distintos países pero sin detenerse a estudiar la causa última, de la que ellos son juez y parte. Su hipocresía no tiene límites; y como alguien dijo. “Que nadie se extrañe si los miserables se toman algún día la libertad de arrebatarles como sea sus inmorales privilegios”.

Hay siete grandes bancos que prácticamente dominan el comercio mundial del trigo, de los cereales, del arroz, de los alimentos del mundo. 37 países dependen todos los años de compras suplementarias en los mercados mundiales para alimentar a su población entre el fin de las existencias de la cosecha anterior y la llegada de la nueva cosecha. La gente muere de hambre por culpa de las cotizaciones bursátiles.

¿Quién Fija los precios?

Son las bolsas. Pero los alimentos no son una mercancía como cualquier otra. Un saco de arroz no es una mercancía como un coche o un mueble, los alimentos garantizan la supervivencia de los seres humanos. El pasado año, las 500 sociedades transcontinentales privadas más importantes del mundo controlaron el 54% del producto mundial bruto, es decir, de todas las riquezas, capitales, mercancías, servicios, patentes producidas en el mundo durante el año. Eso supone una refeudalización del planeta; un monopolio sobre las inmensas riquezas que existen en el.

La industria financiera recibió en un año diez veces más que todos los países pobres en medio siglo.

El Banco Mundial tiene, desde hace doce años, un proyecto para irrigar 430.000 hectáreas en Níger, un país inmenso de más de un millón de km², y si esas 430.000 hectáreas estuvieran irrigadas, lo cual es técnicamente posible, los 10 millones de nigerianos quedarían protegidos para siempre de las catástrofes de la sequía. Pero no disponen de dinero. El gobierno de Niger no encuentra la inversión necesaria; 52 millones de dólares que costaría ese sistema de irrigación. Por tanto, la muerte de los niños nigerianos está programada. La ayuda está llegando a trozos a Somalia, a Kenya, a Etiopía, al Ogadén en el oriente, al este de Etiopía… Demasiado tarde.  


Los traficantes financieros son los tiranos de nuestro mundo, deciden  el rumbo de las sociedades, imperan sobre los gobernantes, controlan medios de comunicación, crean falsas necesidades, alteran los precios de los productos básicos, desregularizan los mercados que controlan. Esos ricachones cuyos inmensos depósitos ocultan en paraísos fiscales, la industria del armamento y el blanqueo del dinero, el crimen organizado, drogas, prostitución, fondos basura, imposición de monocultivos, manipulación en el precio de las cosas, mafias legales e ilegales.