Guaranies de Brasil. Asedio sin trégua




A lo largo de los últimos 500 años la casi totalidad de las fértiles tierras guaraníes han ido siendo usurpadas por colonos e invasores “oficiales” y no oficiales. A partir de la década de los 70, los terratenientes ganaderos y pistoleros a sueldo de éstos, con el consentimiento, indiferencia o ignorancia de los respectivos gobiernos corruptos, “concubinos” tanto de narcotraficantes como de terratenientes o grandes compañías transnacionales extranjeras, incluidas las asentadas en países occidentales democráticos, han intercambiado sangre indígena y dinero o poder en distintas proporciones.

La deforestación galopante ha convertido a los bosques inmensos y respetados de otros tiempos en extensas haciendas de ganado y plantaciones de caña de azúcar que abastecen el mercado brasileño de biocombustibles. Los millones de dólares, fruto de la explotación de las tierras indígenas y de sus legítimos propietarios continúa, mientras las comunidades guaranies se hacinan en reservas sin las mínimas condiciones de habitabilidad, como la de Dourados, donde 12.000 guaraníes viven en algo más de 3.000 hectáreas. 


La imposición del “progreso” tiene sus cientos y cientos de víctimas, y la desesperación de este pueblo no termina nunca. 



Se suceden los suicidios en las últimas décadas de guaranies en número tres veces mayor al resto de la población del país donde se ubican, algo que se constata también en los diferentes pueblos indígenas de Latino América (por no mirar mas allá). Los intentos de algunas comunidades indígenas guaranies en las últimas décadas de hacer valer sus derechos, solo han resultado en mas persecuciones, expulsiones, amenazas, violaciones y decenas de asesinatos. La comunidad Ñanderú Marangatú es un ejemplo, ya que la ley reconoce su derecho a vivir dentro de una reserva de 9.000 hectáreas, y sin embargo fueron expulsados a punta de pistola por los secuaces de los terratenientes en 2005, con la ayuda de agentes del gobierno de turno.

                           Restos carbonizados de una cabaña guaraní tras el ataque de pistoleros.
©                       MPF/Survival



 Como en otras ocasiones intentaron la vuelta, muriendo muchos indígenas a manos de estos mercenarios. Les han dejado en algún caso una pequeña parte de lo que legalmente les corresponde, y patrullan el lugar cual amos, además de violar en ocasiones a mujeres indígenas. ¿Y qué hace el gobierno democrático de Brasil ? ¿lo que puede?.

En paralelo a tanta injusticia consentida, el trabajo esclavo de los guaranies y otras comunidades indígenas es otra lacra añadida que se viene denunciando desde hace años. Familias enteras, incluidos niños y niñas pequeñas han sido prácticamente secuestrados por los propios hacendados ladrones de sus tierras y obligados a trabajar doce horas solo por el plato de comida o algo de ropa sucia, una vergüenza que ha salido a la luz pública no hace tanto, uno de cuyos retratos es El Chaco




y mas muertes anunciadas, también de niños
 
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http://www.youtube.com/watch?v=lRVfheR6A_o

 ¿Hasta cuándo?