De "oculta predilección"

       ¿Qué es la verdad?

Hoy el viento fue muy fuerte, acompañado de sol húmedo. Se calmó por la tarde, y el olor a azahar de primavera intensa se extendió por todos los rincones, y el corazón se escondió durante un rato.

No hace mucho reflexionaba una y otra vez sobre el teorema de la incompletitud de Gödel (a veces me da por estos masoquismos entre científicos e intelectualeros). Este hombre era todo un genio del lenguaje axiomático.

El teorema demuestra que todo sistema axiomático lo suficientemente rico como para describir la aritmética es de necesidad incompleto o incoherente. Gödel construyó un lenguaje formal, un enunciado que –intuitivamente- se puede describir como “Esta frase entre paréntesis es indecidible”. Si asumimos que es verdadera, consiste en una frase verdadera e indemostrable, por lo que el sistema es incompleto. Si consideramos que es falsa, es un ejemplo de una frase falsa pero demostrable, con lo que el sistema axiomático se vuelve contradictorio.

Estuve dos días intentando aprehender algo de esa enseñanza, como si se tratara del tema de una asignatura, y creo que "algo" capté. Las interpretaciones interesadas (o no), que se dan sobre los teoremas de este matemático son también interesantes, algunas ilusorias. Quizás vuelva a ello en otro momento. Hoy no, porque el viento es mas fuerte, y me inclino a otros "estados", no se si también masoquistas, eso dependerá de las interpretaciones, como casi siempre.


Fragmentos del libro “El fuego interno”. Capítulo 2.

Los pinches tiranos

 J.M -La importancia personal no es algo sencillo e ingenuo -explicó-. Por una parte, es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, y por otra, el núcleo de toda nuestra podredumbre. Deshacerse de la importancia personal requiere una obra maestra de estrategia.

C.C -Me quejé de que, aunque a veces me parecía muy atractiva la idea de erradicar la importancia personal me era realmente incomprensible; le dije que sus directivas y sugerencias para deshacerse de ella eran tan vagas que no había modo de implementarlas.

J.M -Estoy ya cansado de repetirte que para poder seguir el camino del conocimiento uno tiene que ser muy imaginativo. Como lo estás comprobando tú mismo, todo está oscuro en el camino del conocimiento. La claridad cuesta muchísimo trabajo, muchísima imaginación.

C.C -Mi zozobra me hizo argüir que sus amonestaciones sobre la importancia personal me recordaban a los catecismos. Y si algo era odioso para mí era el recuerdo de los sermones acerca del pecado. Los encontraba siniestros.

J.M -Los guerreros combaten la importancia personal como cuestión de estrategia, no como cuestión de fe. Tu error es entender lo que digo en términos de moralidad. -Yo lo veo a usted como un hombre de gran moralidad -insistí.

J.M -Lo que tú estas viendo como moralidad es simplemente impecabilidad. Todo lo que yo te digo no tiene un ápice de moralidad. He ahorrado energía y eso me hace impecable. Para poder entender esto, tú tienes que haber ahorrado suficiente energía, o no lo entenderás jamás. (… )

J.M -La estrategia más efectiva fue desarrollada por los videntes de la Conquista, indiscutibles maestros del acecho, consiste en seis elementos que tienen influencia recíproca. Cinco de ellos se llaman los atributos del ser guerrero: control, disciplina, refrenamiento, la habilidad de escoger el momento oportuno y el intento. Estos cinco elementos pertenecen al mundo privado del guerrero que lucha por perder su importancia personal. El sexto elemento, que es quizás el más importante de todos, pertenece al mundo exterior y se llama el pinche tirano.

C.C -Me miró como si en silencio me preguntara si le había entendido o no. -Estoy realmente perdido. El otro día dijo usted que la Gorda es la pinche tirana de mi vida. ¿Qué es exactamente un pinche tirano?

J.M -Un pinche tirano es un torturador -contestó-. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros, o alguien que simplemente les hace la vida imposible. Don Juan sonrío con un aire de malicia y dijo que los nuevos videntes desarrollaron su propia clasificación de los pinches tiranos. Aunque el concepto es uno de sus hallazgos más serios, lo tomaban muy a la ligera. 

Me aseguró que había un tinte de humor malicioso en cada una de sus clasificaciones, porque el humor era la única manera de contrarrestar la compulsión humana de hacer engorrosos inventarios y clasificaciones. De conformidad con sus prácticas humorísticas esos nuevos videntes juzgaron correcto encabezar su clasificación con la fuente primaria de energía, el único y supremo monarca en el universo, y le llamaron simplemente el tirano.

Naturalmente, encontraron que los demás déspotas y autoritarios quedaban infinitamente por debajo de la categoría de tirano. Comparados con la fuente de todo, los hombres más temibles son bufones, y por lo tanto, los nuevos videntes los clasificaron como pinches tiranos. (…. ).


J.M -Cuatro atributos es todo lo que se necesita para tratar con los peores pinches tiranos -continuó-. Claro está, siempre y cuando se haya encontrado a un pinche tirano. El pinche tirano es el elemento externo que no podemos controlar y quizás el más importante de todos. Mi benefactor decía que el guerrero que se topa con un pinche tirano es un guerrero afortunado. Su filosofía era que si no tienes la suerte de encontrar a uno en tu camino, tienes que salir a buscarlo. (…. ).
El quinto elemento, el intento, se reserva siempre para la última confrontación, como diríamos, para cuando los guerreros se enfrentan al pelotón de fusilamiento.
C.C -¿A qué se debe esto? -A que el intento pertenece a otra esfera, a la esfera de lo desconocido. Los otros cuatro pertenecen a lo conocido, exactamente donde se encuentra el ser humano y aposentados los pinches tiranos (…. ) . 



J.M -Los videntes, al entender la naturaleza del ser humano, llegaron a la conclusión indisputable de que si uno se las puede ver con los pinches tiranos, uno ciertamente puede enfrentarse a lo desconocido sin peligro, y luego incluso, uno puede sobrevivir a la presencia de lo que no se puede conocer. La reacción del hombre común y corriente es pensar que debería invertirse ese orden. 

Es natural creer que un vidente que se puede enfrentar a lo desconocido puede, por cierto, hacer cara a cualquier pinche tirano. Pero no es así. Lo que destruyó a los soberbios videntes de la antigüedad fue esa suposición. Es solo ahora que lo sabemos. Sabemos que nada puede templar tan bien el espíritu de un guerrero como el tratar con personas imposibles en posiciones de poder. Solo bajo esas circunstancias pueden los guerreros adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para ponerse frente a frente a lo que no se puede conocer. (…. ) 

J.M -Mi benefactor ideó una estrategia utilizando los cuatro atributos del ser guerrero: control, disciplina, refrenamiento y la habilidad de escoger el momento oportuno. Pero el orden en que esas verdades estaban dispuestas era obra de los nuevos videntes, sin ese orden, las verdades eran casi incomprensibles. La maestría de estar consciente de ser consistía en entender y manejar dichas verdades, en el orden en que habían sido puestas. La primera verdad era que éramos parte y estábamos suspendidos en las “emanaciones del Águila”, y que era sólo nuestra familiaridad con el mundo que percibimos lo que nos forzaba a creer que estamos rodeados de objetos, objetos que existen por sí mismos y como sí mismos, tal como los percibimos. 

Luego me dijo que antes de poder explicar qué cosa eran las emanaciones del Águila, tenía que hablar acerca de lo conocido, lo desconocido y lo que no se puede conocer. Dijo que uno de los grandes errores que cometieron los antiguos videntes fue suponer que lo desconocido y lo que no se puede conocer eran la misma cosa. Los nuevos videntes corrigieron ese error y definieron lo desconocido como algo que está oculto, envuelto quizás en un contexto aterrador, pero aun así al alcance del hombre. 

En cierto momento, lo desconocido se puede convertir en lo conocido. Lo que no se puede conocer, por otra parte, es lo indescriptible, lo impensable, lo irrealizable. Es algo que jamás comprenderemos y que sin embargo está ahí, deslumbrante, y a la vez aterrador en su inmensidad.