Violencia histórica contra las mujeres indígenas desde la invasión española


 Parte IIª

El proceso de invasión y colonización significó para los pueblos indígenas la ruptura de sus formas de vida y organización comunal, así como el sometimiento por la fuerza a un nuevo modelo económico, político, social y cultural. Se les arrebataron sus tierras, recursos naturales y sistemas administrativos y se pisotearon sus derechos individuales y colectivos, junto al desconocimiento y desprecio por su cultura e idiosincrasia . Las mujeres indígenas sufrieron en primera persona los abusos de los invasores; a partir de entonces se borró su presencia como sujetos de la historia. Muchos estudios etnográficos sobre pueblos indígenas muestran esa invisibilidad de la mujer indígena durante la colonización y en los siglos posteriores hasta la actualidad. 

La propaganda e imposición de la fe cristiana iba de la mano con la apropiación de tierras y riquezas que poseían estos pueblos, despojándoles de todas sus pertenencias: robo de alimentos, joyas y otros bienes y convirtiéndoles en siervos. El rapto de mujeres indígenas y su violación durante la colonia fueron hechos frecuentes. Los invasores llegaron a América sin mujeres y pasaron por períodos de abstinencia sexual, que mitigaron por medio de la violencia, intimidación y rapto de mujeres nativas, con el favor de los caciques, que igualmente se aprovechaban de ellas (tanto a nivel sexual como laboral), dada su situación de dominio. La impunidad reinaba... y siguió reinando.

En el juicio que se siguió a Pedro de Alvarado en México en 1529, se le acusaba, no solo de robo o violencia innecesaria contra los y las indígenas (y contra españoles), también por la violencia sexual hacia las mujeres indias y los crímenes cometidos en los indios hombres para arrebatarles a sus mujeres. Todo ello conmocionó y desestabilizó las condiciones de vida de estos pueblos. Las mujeres perdieron sus privilegios ancestrales y pasaron a ser objetos de esclavitud al servicio de los nuevos amos.

El proceso de poder y mestizaje en Guatemala 

Las Leyes Nuevas (1542), instauró un modelo jurídico-político de segregación y separación de la población en pueblos de indios y villas de españoles para conservar las diferencias étnico-raciales. Estas leyes, por otra parte, autorizaban y animaban el matrimonio entre mujeres indígenas y españoles (mayoría de casos), y también (cuando las hubo), de españolas con indios, lo cual no cambiaba en la práctica las bases de la esclavitud creada por la conquista, que se mantuvo y afianzó las diferencias entre los grupos, impidiendo a los indígenas el acceso económico y recuperación social y manteniéndolos en la servidumbre.

La disposición denominada repartimiento de los indios en la Nueva España, fue establecida mediante la Real Cédula de Carlos I, el 14 de abril de 1546. Esta medida permitió la adjudicación de grupos de pueblos indígenas y de sus tierras a colonos españoles, con el objeto de hacerlos trabajar para ellos, cristianizarlos y civilizarlos.

La conducta racista de superioridad biológica y cultural impuesta por los españoles, fue seguida mas tarde por los criollos descendientes de españoles, y luego por los mestizos o ladinos. Se ideó un padre español muy cercano en la línea ascendente y se silenció la presencia de la madre indígena, con ello se inició un proceso de negación de la ascendencia materna indígena durante las primeras décadas de la invasión. El despojo de tierras comunales y los procesos de asimilación e integración, esconden los efectos perversos de esos fenómenos sociales sobre el ser de las mujeres indígenas.

                                                                   prensaindigena.org 

La ausencia de estudios históricos sobre mujeres indígenas es obra, primero de la ocultación de los colonizadores, y después de los grupos de poder que diseñaron el Estado-nación de Guatemala, descendientes de españoles con poder económico. Mestizaje feudal autoritario y derecho de pernada, por el que los varones del grupo de terratenientes pudieron utilizar sexualmente a las mujeres indígenas. La imposición del patriarcado heredado de los españoles fue fundamental en el proceso histórico de sometimiento de la mujer indígena.

Masacres del poder 

Antes y durante el conflicto interno (1960-1996), continuaron, por parte de las distintas dictaduras guatemaltecas y grupos de poder, las persecuciones de indígenas, copiando la pauta histórica dejada por los antiguos invasores y continuada por sus descendientes. Miles de mujeres indígenas fueron violadas (entre ellas niñas y ancianas), también niños y hombres. Cientos fueron torturadas, asesinadas, desparecidas y nunca halladas, también hombres, sindicalistas, campesinos, maestros-as de escuela ... Miles de mujeres indígenas perdieron a sus esposos, asumiendo ellas la responsabilidad de la manuntención de sus hijos, una situación que todavía continúa a grandes rasgos. Tras 14 años del tratado de Paz en 1996, por el que se dio por finalizada la contienda civil, la violencia ha continuado, hasta el presente. 


 

Machismo impuesto, tragedias silenciadas 

Cuatro muertes de mujeres por día es el promedio en Guatemala, y se estima en muchas mas de 600 las violadas cada año. Entre 2004 y 2009 se interpusieron cerca de 8.000 denuncias por agresión sexual (muy alejadas de los datos reales), y murieron de forma violenta mas de 4.000 mujeres, hechos que siguen en la impunidad en un 98% de los casos, mas los miles de casos que no se denuncian por miedo (en el exterior de la policía, pandilleros, narcos o relacionados, y en el interior, de los propios compañeros maltratadores, esposos o familiares y conocidos). 

Las mujeres guatemaltecas cargan a sus espaldas décadas de violencia sexista y humillación, solo por el hecho de ser mujeres. Algunos analistas independientes denuncian que muchas de esas atrocidades han sido o son cometidas por los actuales o últimos miembros de los servicios de inteligencia de Guatemala, quedando impunes o libres en su gran mayoría en los escasos juicios por violaciones de los derechos humanos durante la guerra interna. Según estas voces, muchos antiguos y no tan antiguos asesinos, en la actualidad son miembros de las fuerzas de seguridad privada, de la policía y de unidades paramilitares implicados en crímenes durante los últimos siete años.

El machismo es un fenómeno de raíces profundas y naturaleza socio histórica de corte patriarcal a nivel mundial, y que, al igual que la supuesta inferioridad de raza, hace muchos años quedó descartada científica y humanamente; se basa en la creencia (interesada), de que por razones biológicas, la mujer es inferior al hombre. Se expresa de forma que imponga relaciones dominantes de los varones de manera socializada y aceptada; (por grado o por la fuerza), y esto ha sido alentado desde el poder hasta el presente en Guatemala.

El solo hecho de ser mujer es, en muchas ocasiones, un factor determinante para motivar el crimen, ya que existe la impunidad desde el poder y en el modo en que las autoridades responden (minimizando), o los tribunales de justicia (llenando hojas y mas hojas en las que se admite que sí hubo delitos o desaparecidos-as, violaciones etc, y pidiendo al poder gobernante; o sea a los, en general, inductores intelectuales y o físicos y a sus aliados, que tomen las medidas oportunas, que, por supuesto, no las toman o las van tomando “lavadas”, por la presión que ejercen sus propias víctimas o los organismos internacionales a los que están adscritos, y ya está. Y así pueden pasar años y mas años, y la justicia brilla por su ausencia.

Democracia de papel y tímida esperanza

La reciente Ley contra el feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer, promovida por las parlamentarias de los diferentes bloques legislativos, que juntas solo suman 20 de los 158 escaños del Parlamento, fue respaldada por 112 diputados. Las sanciones pueden llegar hasta los 50 años de cárcel. 

                  amnesty.org/articulo/un-tribunal-condena-a-cinco-paramilitares-por-una masacre de 1982/

Muchos oficiales militares, y no solo ellos, culpan a las víctimas de sus propias muertes por provocadoras (que para ellos es no vivir en una familia tradicional bajo el zapato del marido o compañero, querer ser libres, poder trabajar etc.), o las acusan de supuesta implicación en las actividades de bandas delictivas o de narcos. Algunas víctimas quizás pudieron estar implicadas en operaciones de este tipo (habría que saber como y porqué), pero las más son mujeres trabajadoras, incluidas las de linaje indígena, las mas marginadas y atrapadas en la pobreza. Se habla de la “limpieza social” que los militares han llevado a cabo hasta ahora, y en la que también se incluyen grupos de niños de la calle, adolescentes, homosexuales e indigentes sin techo, lo que ha sumado a las anteriores muchos cientos mas de víctimas indefensas.