Vino el tiempo a buscarte traspasando la nube de su mundo
En un veloz caballo bayo hermético, directo
sobre el un ángel sin alas
cruzó montañas de piedra cabalgando el cielo
hasta tu tiempo
Un mordisco de tiempo
grabado a fuego en la conciencia.
Está ahí perenne, claro
siempre estará ahí
el grito colapsado
Reloj eterno
Ante lo cual el Universo calla
y Dios no reprocha su silencio
quizá por estar tan lejos