El argumento clásico onus probandi intenta explicar que es a quienes afirman la existencia de X a quienes corresponde la carga de la prueba y no a quienes la niegan. En los contenidos dogmáticos de las distintas fes religiosas existen elementos falsables, al igual que en las distintas Biblias existen manipulaciones históricas interesadas, muchas ya corraboradas histórica y científicamente en las últimas décadas (tanto en el Antíguo como en el Nuevo testamento) por poner dos ejemplos significativos y que deberían ser públicamente falsados, en relación con la información científica actual.
Los argumentos filosóficos y teológicos sobre la hipótesis del diseño no son nuevos. Los filósofos griegos ya debatían sobre el particular muchos siglos antes del aterrizaje de los monoteísmos (creencia en un solo Dios creador de todo), que siguieron al animismo primitivo y al politeísmo, aunque en esas comidas de coco de los inteligentes patricios griegos, el mismo Aristóteles se lió en un espejismo semántico de ser y existencia dejando abierta la vía de un lenguaje metafísico borroso y contradictorio que jugaba con la interpretación del verbo ser a su antojo (mejor a su deseo) añadiéndole dimes y diretes, de lo que se aprovechó más tarde el cristianismo más elemental (de lo cual no es culpable el buen Jesús mesiánico y revolucionario de su tiempo, como no lo es de la manipulación a que ha sido sometido por unos y otros a través de los siglos).
Algo parecido a Aristóteles. Y aunque ya en otro contexto intelectual y en siglos posteriores le pasó a Hegel, incluso a Kant; Niezsteche fue un caso “aparte”, puesto que se creía él mismo un super hombre y miraba a todo filósofo que no fuera él por debajo del hombro, lo cual no invalida que unos y otros dejaran textos interesantes para las comidas de coco futuras. Otro filósofo que, sin ser tan “importante” ni tan en boga en principio, como los citados filósofos alemanes fue, sin embargo, quien más dio con el dedo en la llaga con los medios que tenía entonces es el escocés David Hume, siglo XVIII.
Ya me gustaría
En las hipótesis panteistas e idealistas de algunos filósofos se dice que Dios está determinado mediante la realidad, la naturaleza y el ser humano, no distingue a Dios de la esencia de la naturaleza, lo que puede interpretarse como materialismo teológico que hace de la materia un atributo de Dios colocando a esta como esencia divina y que según Gonzalo Puente Ojea, y no solo él, sería la universalización idealista del animismo, puesto que equipara la materia-energía a Dios es reconocer la verdad del materialismo. Ludwing Feurbach contempla el nacimiento de la idea de Dios desde la antropología y la teoría de la mente humana y sus mecanismos psicológicos en el contexto de la actitud cerebral humana y la conciencia que crea el símbolo; un antropomorfismo que eleva al máximo los atributos finitos del ser humano en una o más divinidades por medio de la imaginación especulativa originada por el animismo en el ser humano prehistórico y desplegada después hacia un motor originario de todo: ¿el big bang, quizás?.
En la actualidad y en las últimas décadas ese debate se ha ido desplazando al campo científico-empírico. Y tanto la cosmología científica como las neurociencias desmienten toda cosmovisión sobre o tras naturalista.
Donde el diseño fracasa y el azar se queda corto, la selección natural aparece como un proceso acumulativo de cientos de millones de miles de años, cuya evidencia evolutiva revela un universo, al parecer, sin diseñador. Así pues, según la ciencia objetiva, un Dios diseñador no puede utilizarse para explicar la complejidad organizada. La objección de Ojea, y no solo de él, es que cualquier Dios capaz de diseñar algo debería ser suficientemente complejo para demandar, a su vez, la misma especie de explicación. Y aunque técnicamente ello no sea refutable es muy improbable (o la mente humana no puede explicarlo).
Se aduce, por contra, que pueden existir otro tipo de datos empíricos y la existencia de otra realidad trascendente más allá de la realidad material, una fuerza psíquica inmaterial y una energía o fuerza vital como fuerza vital (quizás en un ámbito individual e intransferible, lo cual equivale a indemostrable para la ciencia). Eso lo dejo para otro día, ignorante de mi.
Salud para una humanidad enferma