Fuerza/Ley: Las máscaras del poder

Parte 1ª
La mirada más lejana y "perdida" al pasado remoto de la humanidad, traspasando milenios, hasta el "aterrizaje" más complejo del presente escenifican una realidad histórica: el dominio de territorios y personas por medio de la fuerza para acceder o mantener el poder. Una pauta común en la construcción de los imperios que en el mundo han sido como de los estados nacionales. El recurso a las armas y a la violencia ha sido una constante en la imposición y/o resolución de conflictos entre territorios. Las crónicas de la historia son a veces contradictorias y sujetas a interpretaciones interesadas, principalmente si estas se realizan desde el bando vencedor y los poderosos del momento, que, dejan al margen las otras historias paralelas sumergiéndolas con el paso del tiempo en el bucle del olvido.


Máscaras monárquicas o religiosas entremezcladas han sido utilizadas a lo largo de los siglos por líderes tribales, profetas guerreros, monarcas o autoridades religiosas y líderes políticos para arengar a las masas apelando a Dios o a los intereses de la patria o nación; símbolos y términos utilizados como reclamo cuyo fin era el dominio político y económico del territorio en cuestión y la obediencia. El poder conquistado en origen por medio de la fuerza se va modelando a través del tiempo, siendo sustituido por fórmulas sobre el modo de organizar la vida de los dominados; esa misión le fue otorgada al Derecho. 


En el libro El poder sin metáforas: el imperio de Gengis Kan, el autor cita los ensayos de Michael de Montagne, el cual explica el peligro que supone remontarse al nacimiento de las leyes, las cuales conferían autoridad a través de su vigencia; no mantenían su influencia por ser justas, sino por ser leyes cuyo origen es y se fundamentan en la autoridad. Y si el ejercicio de la fuerza a través del tiempo dio origen a la legitimidad que sustenta el poder, así la premisa del Derecho establece y va desarrollando a través de los siglos los mecanismos que legitiman los poderes a través de normas legales. Walter Benjamín en Para una crítica de la violencia señala que, el derecho está interpenetrado de violencia, que instaura y mantiene.

Desde tiempos lejanos

En un tiempo lejano los dioses mudos e invisibles "hablaban" a sacerdotes, monarcas o guerreros vinculados al poder, los cuales defendían su superioridad moral e ideológico-religiosa para justificar su praxis de autoridad. Así, a través de los siglos, los legisladores y jueces han estado al servicio de quienes detentaban la autoridad y el poder. La autoridad "conferida" a dichos poderes por distintas deidades les descargaban de responsabilidad sobre actos terribles e injustificables del pasado, pero incluso también del presente (el terrorismo yihadista podría ser un ejemplo). Y puesto que distintas sociedades disponen de un régimen de "verdad" respecto de otras, esgrimen distintos tópicos que se eternizan: divinos o patrióticos, pero también democráticos, cuyo fin teórico es extender esos propios valores democráticos, por la fuerza si es preciso. Las fuerzas, sin embargo, son opuestas, entremezcladas  y confusas.


En Oriente como en el Occidente actual y el de los pasados siglos de colonización europea y conquistas se esgrimía la superioridad intelectual o religiosa y el derecho a invadir otros pueblos y diezmar o esclavizar a sus pobladores; el fin era robar sus recursos, así se construyeron los estados. Y así, los restos del imperio y quienes los siguieron después; se dedicaron  al pillaje, a  desestabilizar poblaciones y naciones enteras, provocando guerras y migraciones forzadas haciendo mutar en monstruos a distintos grupos humanos de distintas latitudes geográficas, lo que no excluye los deméritos propios o fanatismos criminales ¿Es inocente Occidente? ¿Oriente?