Desde el pesar, el recuerdo



Seís años ya desde que dijiste adios en silencio, aquella fría noche de luna llena. El vacío de tu ausencia sigue pesando, permanece en mi y se expande hoy a través de todas las neuronas del cuerpo y la mente, enhebradas e irrompibles, viaja hacia la conciencia más oculta, "desconocida" e inubicable por la ciencia que tanto se esfuerza por encontrarla, para ponerle un chip y poder manejarla en sus diversas y racionales hipótesis. 

La neuro ciencia afirma que el cerebro nos engaña, en parte, y es posible. La conciencia es más que eso, es como una ola fiera e inmensa, resbalosa, que viene y va frente a un universo que nos posee, impersonal, predecible y terrorífico en los supuestos e impredecible en las consecuencias de sí mismo.




El ser de la conciencia es inabarcable, como el mismo universo; vaga sin control, se estrella y se desliza, en este espacio lo hace por la cueva del recuerdo, allí donde se guardan y liberan vivencias, secretos de colores claro-oscuros, locuras, ilusiones perdidas, aventuras inesperadas, tantas alegrías y tristezas de un pasado todavía reciente que la memoria conserva, solo extinguibles con la muerte. 

Más de la mitad de ese universo que amé y amo se fue contigo. Tu rostro y tu voz continúan conmigo.