Huelga feminista en el mundo occidental. Solidaridad también con su intento en otros países, denuncia contra el oscurantismo, represión y esclavismo que padecen millones de mujeres en nuestro mundo. Aquí, en un lugar de Occidente del sur de Europa (como en otros occidentes), con recursos democráticos y retóricos, las mujeres, cada vez más concienciadas de su propia situación se manifiestan, se organizan y plantan cara a la estructura patriarcal de su propio Estado, de todos los Estados del mundo, que se va desenmascarando poco a poco y enseña su rígido rostro.
Desvelan desde el presente su ofensa histórica de siglos, su humillación de siglos, tan real y tantas veces disfrazada tras el velo paternalista o la tradición patriótica y religiosa (por sus actos los conocereís). Huelga reivindicativa de derechos laborales, sociales e individuales (universales).
Desde un Occidente formalmente democrático, apodado mundo libre, preguntamos ¿Cómo de libre, hasta dónde, para quienes o para qué?. Y aunque pocas cosas cambien tras ese ocho de marzo, algo ha empezado a cambiar en el fondo de muchas mentes; un continuo de tiempo que no es fruto de un día.
Hay hombres que no entienden nada ni quieren entender porque sus cerebros no dan para más, que solo entienden de gritos y autoritarismo; se esconden ante una huelga o manifestación feminista, como cobardes que son, y se burlan o se hacen los locos.
La patronal (no toda pero sí mucha) y muchos explotadores hechos a su propio beneficio a costa de sus trabajadoras (y trabajadores) miran para otro lado o expresan amenazas veladas a quienes secundan la huelga, algunos intentarán el despido o la marginación, o no volverán a renovarles el contrato de sus precarios trabajos y sueldos miserables. Olvidan que esta es una huelga legal y habría que denunciarlos a ellos.
Mentalidad machista, asuntos viejos
Aquí se tolera gritar al viento reivindicaciones viejas (brecha salarial), mostrar feas verdades reales y palpables que tanto dolor han causado y siguen causando. Tantas muertes de mujeres asesinadas por psicópatas, cobardes o prepotentes parejas y ex parejas; apalizadas y amenazadas si no siguen el camino que ellos marcan; violadas, humilladas o prostituidas junto a niños y niñas inocentes. Miedo de tantas de ellas a huir sin tener a qué agarrarse, miedo a denunciar los malos tratos de sus congéneres, obligadas a soportarlos. La mentalidad machista gusta de anular a las mujeres, no consiente una mirada de igual a igual en derechos y obligaciones; percibe como ofensa personal la capacidad e inteligencia de ellas, igual o mayor que la suya propia para desenvolverse en la vida, intenta convertirlas en poco más que cosas a su servicio e impone su poder por la fuerza: psicológica, física o religiosa. El machismo Habla por ellas, intenta manipularlas, coarta su libertad. Impotencia, ocultamiento y temor de ellas a ojos externos. Complicidad nefasta, ignorada o no, de familiares o conocidos que callan. Empatia y recuerdo con la valentía de muchas que denunciaron y murieron, de las que no denunciaron y también murieron, de las que lograron salir de su propio infierno, de las que luchan por ser libres.
Fallos del sistema en las leyes de protección a las mujeres
Son esos errores fatales no previstos o "ignorados" que se dan al aplicar medidas legales, sociales y jurídicas ya existentes en la protección a las mujeres, al dejarlas a medias por falta de financiación o interés real: Servicios Sociales que llegan tarde en la resolución de problemas graves cuando ya estaban advertidos; policías que no captan los avisos y angustia de ellas con tiempo o las escuchan a medias; más tarde o más pronto amenazadas o asesinadas. Jueces y juezas que dan vía libre a maltratadores confesos para estar a solas con sus hijos/as sin protección, y éstos/as son después secuestrados/as o asesinados/as (sin que ello justifique la acción vil del propio individuo).
Existen, es cierto, episodios de mujeres maltratadoras o que se han desentendido de sus hijos con consecuencias dramáticas, sobre todo en entornos marginales y de exclusión social; la estadística es mínima y va ligada en ocasiones a circunstancias difíciles y complejas (sin que ello justifique la acción vil de la propia individua).
La maldad o la ambición personal a veces no tienen sexo. Los casos de violencia machista, no obstante, se pueden dar en todas las clases sociales como en personas aparentemente sociables. Sos los actos horribles y continuados de hombres (jóvenes o menos jóvenes, o viejos) contra mujeres los que rompen las estadísticas en todas partes; se repiten a cada hora, cada día, durante años o toda la vida. La discriminación está en la familia, en el trabajo, en la sociedad y en la inercia del sistema, controlado a su vez por ámbitos de poder político, económico, jurídico y religioso que controlan los hombres.
En Colombia
La ideología sí cuenta, a veces, en las leyes a medias y en los hechos
Ocho de marzo. Plataformas y movimientos feministas de toda España se movilizaron como nunca; mujeres activistas y mujeres organizadas en sindicatos o partidos, o no, independientes, solitarias o no, airearon sus reivindicaciones; pero no estaban todas. Las de la derecha más rancia y privilegiada, las que nunca supieron de crisis ni se implicaron con "la masa" en lo que no conviene se apartaron, también las liberales (no todas), dependientes psicológicamente de su estatus político o religioso. Algunas hablaron de etiquetas (no de las suyas, claro), o de huelga a la japonesa.
Otras, al lado o no de sus jefes, de la inconveniencia de disturbios callejeros que no solucionan nada. Después se reunirían para tomar café y discutir lo mal que están tantas mujeres (que no es su caso), y la incierta posibilidad de poner algún parche, esgrimiendo la cuestión eterna de la deuda, el cumplimiento de los tratados con Europa (aunque no todos), defendiendo el estatus quo externo e interno establecido. Por supuesto se dicen contrarias a la brecha salarial, a que hay que buscar soluciones. Pero no basta la retórica palabrera, puesto que cuando llega el momento de los hechos se apartan.
Pensiones mujer-hombre
Otro tanto pasa desde el poder con el problema de las pensiones en relación a la mujer y a los pensionistas en generales dan largas y largas, nunca se lo plantean en serio porque no les concierne a ellos/as. Publicitan los seguros privados para futuros/as pensionistas que solo beneficia a los grupos financieros y a los bancos, sus grandes amigos, a los que siempre sacan las castañas del fuego a costa de la mayoría social y nunca devuelven lo estafado. Dan prioridad siempre a unos pocos sobre muchos, a los intereses de esos pocos. Frenan propuestas concretas y de justicia elemental en sede parlamentaria (con ayuda de aliados) y siguen a lo suyo.
Al escuchar los gritos de tanta gente en la calle se asustan un poco y responden con "prudencia" y "sentido común" político, para intentar aplacarles con verdades a medias. Los aliados políticos del poder, al verse desbordados por el gentío relajan su oposición real y se dicen solidarios con la calle por conveniencia política, pensando en futuros votantes. Igual hacen, cara a la galería, con la brecha salarial mujer-hombre como con el tema pensiones, o al aludir al inválido Pacto de Toledo.
A la hora de la verdad bloquean en sede parlamentaria lo uno y lo otro. Son seres camaleónicos de labia fácil y mutante, según el momento. El estatus quo no se rompe ni un poco (la nobleza y el clero son un gran ejemplo de lo invotable e intocable).
Discriminación laboral-familiar
La discriminación laboral de la mujer en trabajos similares a los del hombre está cuantificada desde hace décadas. Las exigencias o preguntas personales que se le hacen al aspirar a un determinado puesto no son las mismas que se hace a los hombres. El trabajo precario o intenso que condiciona su vida privada con doble horario (ellas son generalmente las que cocinan, limpian, atienden a sus hijos o a sus mayores), son otras tantas discriminaciones, también para quienes trabajan en los diferente cuerpos del Estado (Ejército, Policía o Guardia Civil), y han sido marginadas o ignoradas (e ignorados) por sus mandos, sobre todo ellas, cuando informan o denuncian situaciones de acoso.
Se exponen a humillaciones internas y externas que se intentan ocultar o disfrazar con adjetivos patrioteros y jurídicos a medias. Los casos se minimizan, se "castigan" poco o nada y no se va al fondo de los asuntos, por lo que pueden volver a reproducirse. Mientras, el poder clama por su famoso Estado de Derecho (en realidad de derechas) que nos publicitan a todas horas.
Más allá de Occidente
En países más siniestros, son las propias leyes, el Estado y las instituciones dictadas por el poder político-religioso de ellos y para ellos quienes dirigen la vida de las mujeres con mano de hierro. Y ellas aceptan su papel, muchas hasta lo defienden, no les queda otra cuando su vida puede peligrar si miran más allá de lo que les es permitido por sus dueños.
De hecho peligra al ser obligadas a someterse a operaciones indignas como la ablación. Mujeres prisioneras en sus casas, encerradas, que solo están ahí para ser sirvientas o parir hijos. Les está prohibido pensar por sí mismas, se les niegan la educación más básica, la comunicación con otras personas, el movimiento, leer, escuchar música.
Ellos son sus acompañantes-policías. Las matan a la mínima por un hipócrita honor inventado hace siglos por ellos que solo a ellos sirve, y ellas bajan la cabeza y aceptan, interiorizan y aprenden a saber cuál es su papel, que serán prisioneras el resto de sus vidas, incluso sin saberlo, y son sus dóciles cómplices.
Mejor o peor tratadas en realidad son esclavas del peor de los machismos: la tradición y el autoritarismo; y la religión es su aliada, Ésta les permite tomar a mujeres y niñas como objetos de su propiedad exclusiva; venderlas, humillarlas, pegarlas, prostituirlas, matarlas. Las mujeres les deben obediencia; son objetos de placer, sumisión o servicio.
No pueden rebelarse por muy injusta que sea su situación, ni denunciar a sus maltratadores, o cuando son violadas porque las enjuiciadas serían ellas, solo escapar y jugársela. Las mentalidades medievales y caducas no dan para más; su mente masculina está subdesarrollada, como las normas que imponen (sola para ellas).