Luis XIV de Francia. Felipe V de España. Isabel Iª de Inglaterra
Estado y Poder en Europa
La formación de Estados nacionales surge en Europa durante el Renacimiento con las monarquías absolutas, y el agotamiento del estado feudal, sus señoríos y centros de autoridad, mediados del S. XV al XVI. (“El Estado soy yo”: Luis X1V de Francia). Los antecedentes se encuentran en las ciudades-Estado italianas del siglo XII, que se constituyen en municipios independientes frente al exterior y no reconocen sumisión al Imperio ni a la Iglesia. Ej: Sicilia bajo la monarquía centralizada de Federico II.
Tras enfrentamientos durante siglos, luchas y anexiones entre distintos reinos y territorios se van conformando los estados en Europa, cuya organización interna está influenciada por las técnicas de los officia romana, que también adopta la Iglesia. Son estructuras jerárquicas con funciones y atribuciones constantes en el tiempo, independientes de la persona (nace el concepto de funcionario).
El estado de la monarquía absoluta se apoya en una estructura institucional estable, sometida a normas, que gobierna sobre una comunidad o territorio, unificándolos. Las instituciones están al servicio del Rey, cuyo poder es casi ilimitado. Su "legitimidad" se controla por la fuerza de las armas y la capacidad de sometimiento. Impone un origen divino a través de la religión, dinastías de familias y tradiciones. Las guerras de religión que asolaron Europa durante los siglos XVI y XVII, derivaron en un proceso de cambios desde la etapa oscurantista medieval que se va debilitando. Tras la paz de Westfalia, se pone límites con distintos argumentos (filosóficos, económicos, políticos...) al poder de la Iglesia de Roma, que sigue siendo inmenso. En Rusia la interacción feudalismo-servidumbre será más lenta.
Cambios económicos y sociales en Europa
Se abren nuevas rutas comerciales por tierra y mar y aumenta el tráfico de mercancías, el consumo y el intercambio. A mayor capacidad de almacenaje y seguridad en los transportes ayuda la naciente ciencia y los nuevos inventos. Todo ello necesita de actuaciones del Rey, que mediante tributos obligatorios al pueblo, inversiones y avales comerciales otorga protección jurídica, al tiempo que ejerce el poder político, asegurándolo a través de los ejércitos, dentro y fuera de sus fronteras.
En el contexto europeo de la época la actividad económica se expande con las sociedades hortícolas, precedente de la división del trabajo, junto a nuevas técnicas de crianza y cultivo de tierras, almacenamiento y conservación de alimentos, patrimonio de algunos grupos humanos poderosos. Con el desarrollo de las sociedades agrarias avanza la especialización del trabajo artesano y la metalurgia. Son cambios económicos y tecnológicos, inventos y desarrollo de nuevas maquinarias más efectivas que incrementan la productividad agrícola y los excedentes con los que alimentar a las ciudades, cada vez más pobladas por masas hambrientas y gentes desheredadas que van abandonando el entorno rural.
Colonialismo europeo, esclavitud y racismo
A finales del S. XV,-XVIII, con las conquistas e incursiones como fondo, Europa Occidental defendía la superioridad del hombre blanco (para explorar y robar). La esclavitud es un continuum desde tiempos antiguos, al igual que los conflictos territoriales inducidos e invasiones coloniales, que se convierten en un gran y rentable negocio. Por mar y desde Europa se partía hacia África o América con cargamentos de productos atractivos o extraños para los nativos; excedentes de productos europeos eran intercambiados por productos autóctonos y materias primas, necesarias para el desarrollo de las metrópolis europeas. También se intercambiaban productos por esclavos, que más tarde se revendían en América, retornando a Europa con el dinero de reventa. En este comercio humano murieron más de 75 millones de personas mientras se construía, por ejemplo, Gran Bretraña.
Nepotismo
los esclavos eran más fuerte que sus verdugos
El comercio negrero fue recomendado a los Reyes Católicos de España, precisamente por quien fue después defensor de los indio Bartolomé de las Casas, que obtuvo privilegios reales por ello. El colonialismo español, como los otros, no fue inocente. La autocrítica, como en los otros colonialismos europeos nunca fue aceptada por las distintas monarquías de entonces. Por la nuestra tampoco.
Durante más de 400 años, Europa se consideró así misma como la única civilización dueña de un saber superior, utilizando su poder militar y técnico y el adoctrinamiento religioso para sus fines y a los nativos como siervos, conformando una visión simplista e interesada de los pueblos no europeos desde la propia cultura, con poca visión histórica, enunciando “leyes” favorables que le dan derecho a usurpar tierras ajenas, explotar a sus habitantes, sus recursos vegetales y minerales, materias primas y preciosas necesarias para su propio desarrollo, juzgando y persiguiendo modos de vida y símbolos espirituales de las otras culturas (Mazettelle y Sabarots). La aculturación entre las distintas comunidades hizo estragos entre las poblaciones no europeas.
Ilustración/Secularización
Con la Modernidad llega cierta laización en las formas y la filosofía es más racional (Kant). Se impone el pensamiento lógico y un modelo de explicación científica que va desplazando a la religiosa; se abandona la cosmología ptoloméica y surgen las ciencias empíricas y descriptivas (física, matemáticas, botánica, biología..), que establecen criterios verificables. Las ciencias sociales les siguen: Sociología, Antropología... Se investigan nuevas tecnologías diseñadas por las ingenierías, que evolucionan a partir del S. XVIII en conexión con las nuevas ciencias. La era de los descubrimientos y exploración de nuevos territorios allende los mares avanza, como los estudios cartográficos y elaboración de mapas, búsqueda de conocimientos, exploración de tierras lejanas para usurpar sus riquezas, también contactos con otras culturas. Aventura, riesgo y poder.
Éxodo
En Europa, el éxodo a gran escala de gentes venidas del entorno rural para trabajar en las fábricas y la naciente industria, va conformando una nueva masa proletaria urbana, marginada y pobre. La revolución industrial (S.XVIII y XIX) ve el nacimiento de nuevas clases sociales, la fabricación en serie y la división y especialización del trabajo, que ahorra tiempo, aumenta la producción y reduce los costes al capital que va acumulándose, se desarrolla un sistema ágil con inversiones e intercambios. La clase proletaria trabaja a destajo, con horarios interminables en condiciones inseguras, penosas y antihigiénicas, sin derechos en caso de accidentes; la contaminación de las fábricas se extiende como las enfermedades. Las familias trabajadoras viven hacinadas en casas miserables sin servicios básicos, mientras el capital engorda.
La falta de derechos sociales va a estallar pronto: Revueltas obreras y nacimiento de sindicatos de clase. El espíritu de la revolución francesa: igualdad, libertad, fraternidad queda en poco más que palabras, y el mercantilismo capitalista liberal y la explotación laboral se imponen, como sus actitudes. El ideario occidental ilustrado de progreso basado en la industria, legitima el imperativo capital-máquina y lo exporta; un diseño global de la geopolítica.
La falta de derechos sociales va a estallar pronto: Revueltas obreras y nacimiento de sindicatos de clase. El espíritu de la revolución francesa: igualdad, libertad, fraternidad queda en poco más que palabras, y el mercantilismo capitalista liberal y la explotación laboral se imponen, como sus actitudes. El ideario occidental ilustrado de progreso basado en la industria, legitima el imperativo capital-máquina y lo exporta; un diseño global de la geopolítica.
Revolución Industrial
A partir de 1878, segunda fase de la revolución industrial capitalista, Europa necesita abrir nuevos mercados para la obtención de materias primas, esenciales en la producción industrial que avanza a pasos de gigante con las nuevas tecnologías y toda una ciencia a su servicio. Continúa el expolio de las colonias y el comercio de esclavos en Europa y el Nuevo Mundo. Los enfrentamientos con los nativos “salvajes” son resueltos por las armas, la tortura o la humillación. Los enfrentamientos para acallar las reivindicaciones de las clases trabajadoras son reprimidas de forma parecida en Europa.
Las rivalidades y enfrentamientos intereuropeos a lo largo del S. XIX por el reparto de las riquezas coloniales de África, obligaron a las potencias europeas a fijar ciertos principios de acuerdo. En la Conferencia de Berlín (1884-85) auspiciada por el canciller Bismarck, se reunieron los países europeos en litigio para organizar las formas de explotación y reparto del continente africano. Lo que menos importaba eran las y los nativos.