¿Cuántos muertos vale un voto?



Políticos en la pandemia y neurosis de poder

¿La pandemia maldita lo ha cambiado todo? Al parecer, no. Quizás solo ha subrayado en tinta negra lo que ya existía de incomunicación y reproches entre la clase política de este país (que es una clase más, privilegiada, añadida y no separada del todo de las clases sociales clásicas que desde el siglo XVIII-XIX en el mundo han sido). Las negativas consecuencias prácticas que para cientos de miles de personas (millones en el mundo) ha tenido la irrupción del coronavirus se suma a la desesperación de mucha gente, no precisamente por la cuestión del confinamiento, ineludible y necesario, sí por las infinitas variables que de ello se derivan y que cuestionan la inexactitud o el oportunismo de los mensajes políticos de unos y otros ante la crisis sanitaria y económica que ha desatado.

La igualdad es mentira

No todas las personas han sufrido y sufren por igual esta crisis, ya que la igualdad no existe, es solo una verdad a medias, una retórica de la que hace uso TODA la clase política, a veces sin mala fe, cuando piensa que quizás es posible intentar un poco de justicia; a veces con toda la mala fe del mundo, sabiendo perfectamente que no va a contribuir nunca a esa utópica justicia, mientras grita a voz en trapo por la igualdad de todos los españoles. Cierto es que el virus no conoce fronteras, pero sí barrios pobres, etnias abandonadas a su suerte: indígenas en Brasil y otros puntos del Amazonas, negros e hispanos en EEUU o pueblos originarios como los navajos, pueblos en guerra olvidados, ciertas dictaduras (estas de verdad) islamistas o no a las que Europa y Epaña vende armas. ¿No es cierto Vox y partitocracias todas? Las estadísticas aproximadas vendrán después, las interpretaciones interesadas también.


Las Españas peleonas de siempre

El caso de España es claro para quienes sepan y esfuercen un poquito su cerebro (que no todos/as pueden ni quieren, ni saben) informarse por medios plurales y científicos (no solo del gobierno de turno). Se trataría de leer y escuchar, además de vociferar, insultar y amenazar a "los otros". Al comparar los discursos de los distintos partidos políticos de este país (independentistas incluidos), meses antes, incluso pocos años antes de la irrupción del coronavirus . Quien tenga oidos que oiga. El problema se encalla cuando empiezan a resonar las tripas de muchos, los alquileres desmesurados de tantos, las hipotecas de otros tantos o las pérdidas de beneficios millonarios de muchos menos pero que implican a otros tantos, valga la redundancia. Y ahí entra la política nuestra de cada día, y de eso se nutren los buitres antiguos, sus palmeros, sus paletos, sus comprados y sus vendidos, sin que ellos mismos lo sepan. Los buitres sí lo saben y se lo creen.

¿La verdad nos hará libres?

¿Qué debería haber hecho el PSOE y su gobierno de coalición desde el principio?. Decir la parte de verdad de lo que ya se sabía del virus, que era bastante poco pero más de lo que se nos dijo. Hablar sin ambajes ni medias tintas, informar de que no existían recursos sanitarios suficientes, que las mascarillas eran convenientes desde el principio pero que había que comprarlas en un mercado caníbal de todos contra todos, prohibir manifestaciones, partidos de fútbol, cerrar escuelas desde febrero y economías varias, imponer el estado de alarma y el confinamiento desde ya; suspender fiestas, reuniones etc. etc ¿Y qué hubiera pasado? 

Que entonces también hubieran llamado dictador a Sánchez. Todas las autonomías estaban más o menos enteradas de esa parte de verdad confirmada, y todas y cada una no renunciaban a nada ya a principios de marzo; ni a las fallas (todavía el 10 o 12 de marzo se celebraba la mascletá y las bandas salían a tocar con gente detrás); hasta última hora de marzo los de la Semana Santa de Andalucía erre que erre, los de las Olimpiadas de Japón lo mismo. Y mil etcéteras más ¿De qué nos quejamos? A día de hoy sigue habiendo gente, demasiada, que no cumple con el distanciamiento, ni en bares, ni por las calles, organizando fiestas, sin mascarilla, o manifestándose en coches y sin manifestarse.



Mientras tanto, la gente sigue muriendo por el virus, el hambre, la enfermedad, la explotación y la ambición de los grandes poderes del mundo, los imperios existentes y su lucha por conquistar el espacio interior y exterior, sus minerales y riquezas, nuevas armas nucleares y de todo tipo que los enfrentan,  y en medio todos nosotros. Vaya mierda de líderes, y sin dios/es ni dios/as a quien recurrir. Las pequeñas vacaciones de la Naturaleza y la baja contaminación, como la alegría de ciertos animales de mar, aire y tierra llegan a su fin, por gracia y desgracia del homo ¿sapiens?.